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Crítica de ()
por Tomás Fernando Flores en La Luna.
Este álbum es insólito no sólo por no tener título
o porque sus canciones no tengan nombre. Eso son anécdotas al
lado de lo emocionante y sobrecogedor que resulta el tercer trabajo
de los islandeses. Sin los referentes comunes del pop, es de esos pocos
discos que se redescubren en cada escucha. El tercer tema, paradigma
de la obra, es un juguete melódico acristalado, una joya sublime
que proclama la singularidad, la fragilidad y la creatividad.

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